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El tiempo es uno. El último sol de la década

El tiempo es uno repite mi mamá cada vez que me ve como payasito en semáforo tratando de malabarear todas mis actividades. Como sabia mujer que es tiene razón. El tiempo es uno.

Es uno y a veces pesa. Este año sentí el Miedo más rotundo de mi vida, así con mayúscula, ese que sólo puede existir cuando es provocado por el dolor de un hijo. Miedo que enlodado y hediondo me hizo transitar las horas de la madrugada sintiendo la asfixia que se atora como estopa en la garganta.

Y pasó, y entonces me rendí en un profundo Agradecimiento, también con mayúscula.

La boda de mi hija con uno de los seres más lindos, inteligentes y adorables que conozco y mi esposo y yo, juntos, entregando a nuestra primogénita en la ceremonia más linda que he vivido. reforzó las ganas de agradecer, agradecer con lágrimas, con las manos unidas al pecho.

El tiempo es uno, repite la voz de mi madre.

Aquella comida que tuve con mi adorado Ramón, como cada mes durante diez años, estuvo llena de risas, brindis, proyectos, planes… al día siguiente todo se quedó en nunca más. De él aprendí tanto. Aprendí, incluso sin darme cuenta que estaba aprendiendo y de pronto entiendo que sé algo y que fue su voz la que me lo enseñó.

A la mitad del año, cuando ya se presentía lo vertiginoso del resto de los meses, me fui a India durante cinco semanas. Ramón acababa de morir, mi vida literaria se puso en pausa. La fragilidad de los proyectos, planes, certezas, me golpeó en la cara como el vaho fétido de Varanasi. Y fue precisamente ahí a donde comprendí que cada quien está en su propio camino, que esto de vivir no es una carrera hacia una meta, es tan solo un paseo. Un paseo en el que a veces tendremos que acelerar el paso y otras, las más, habremos de detenernos y respirar. A Varanasi los Indios van a morir y fue ahí en donde comprendí que la vida puede doler más que la muerte.

En el último momento la partida de mi padre y con ella recapitular, perdonar, entender, cerrar. También agradecer.

Termina el 2019 y a pesar de todo y gracias a todo, porque cada todo está formado de instantes, la balanza se inclina al agradecimiento, al amor, a las ganas de echarle las ganas completas a lo que viene.

Sí, el tiempo es uno. Pero es mío, es luminoso, es absoluto… Venga 2020 que aquí estoy lista para seguir malabareando.



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