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ENTENDÍ...


Algún día creí que la luna se llenaba para mi. Si lo deseaba con suficiente fuerza ella decidía brillar y brillar hasta colmarse redonda, majestuosa… mía.

Algún día creí que yo podía controlarlo todo.

Algún día pensé que creer es suficiente… pensé que deseando con mucha fuerza se moverían las montañas que separan los caminos que deberían encontrarse… y no se encuentran.

Algún día pensé que la luna se llenaba para nosotros. Pensé que existía un nosotros, como si fuera posible poseer. Como si teniendo miedo pudiéramos detener el cauce del agua que decide escurrirse. Y entonces esperaba a que fueras lago y no cascada.

Algún día creí en los parasiempres… y creí también en los nunca más… cuando en realidad sólo existe el instante, ese que se evapora al apenas tocar el primer soplo del tiempo.

Algún día pensé que el suspiro acompañado, que la canción que nos vuelve locos, que las palabras inventadas, que los años compartidos, que las promesas hechas de piel a piel eran suficiente para llenar la luna. Después entendí que la luna se llena, sin necesitar mi aliento.

Después supe que quizás nosotros está formado por muchos suspiros, por muchos abrazos. Por muchos te quieros, por muchos te entiendo.

Después acepté que la canción que nos vuelve locos puede cambiar de letra, de ritmo, de espacio, pero seguir siendo canción, a veces incluso poema..

Me di cuenta que a veces las montañas no se mueven y los caminos que deberían de ser, porque su magia es inegable, no son. Y está bien. Rodeamos la montaña y aparecen otros caminos….

Después supe que hay pieles que no saben prometer. Que hay alientos que no pueden suspirar y que parasiempre dura un instante. Pero a veces es un instante eterno.


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