¿HAY VIDA DESPUÉS DE LA VIDA?
- TAMARA TROTTNER
- 12 sept 2014
- 3 Min. de lectura
¿Hay vida después de la vida?
En una platica de amigos surge la pregunta: ¿hay vida después de la muerte? La discusión dura tan sólo algunos minutos, nadie se quiere meter en el lío de convencer al otro de ideas propias poco comprobables y que, además, pueden generar sinsabores.
Entonces otra pregunta: ¿Existe la vida después de la vida?...
Resulta que a pesar de que respiramos, nos late el corazón y las funciones cerebrales son tan normales como pueden ser, no siempre estamos vivos. Todos tenemos momentos en los que transitamos por la existencia como una maleta en el carrusel del aeropuerto.
¿Cuántos momentos de vida logramos incorporar en el transcurso de nuestra existencia? De VIDA, así, con mayúscula, vida en la que el corazón late y la sangre que hace circular por las venas es más caliente, más roja, mas encendida. Momentos en los que respiramos y el aliento se mezcla con la respiración agitada de alguien que nos mira profundo, hasta tocar las fibras más intensas de luz.
Por supuesto que no podemos vivir en ese estado todo el tiempo, supongo que el corazón no resistiría… pero si podemos tratar. Debemos tratar.
El problema es que, cuando lo hemos logrado, cuando entendemos que ese que somos en el momento en el que estamos VIVOS es el mejor nosotros, cuando nos vemos en un instante en el que sabemos, sin la menor duda, que si nos tomaran una foto saldría sobreexpuesta por la cantidad de luz que estamos emitiendo, cuando nos damos cuenta que eso realmente existe, ya no podemos hacernos idiotas o, tal vez sí podemos… pero ya lo vimos y nuestra alma, nuestra consciencia, nuestra inteligencia nos exige buscarlo cada vez con más frecuencia. A menos que nos anestesiemos con una inyección de conformidad y ceguera, muy abundante por cierto.
Vivir en la comodidad de lo cotidiano es rico. No hay olas, no hay estruendos. Y es ese confort el que nos dice al oído: No hay vida después de la vida… tranquila, eso que creíste haber sentido, ese que pensaste haber sido, es tan sólo una ilusión… no busques, no te arriesgues, estás bien ahí, tomando cafecito, hablando de negocios y de los hijos y de la menopausia… Vueltas y vueltas en la banda eterna, sin subidas ni bajadas, sin amaneceres ridículamente luminosos, sin momentos de tristeza que agotan las ganas de respirar… sin miedo… sin ofuscación… con la agradable tranquilidad del agua tibia. Y sí, se vale buscar eso, se vale contentarse y pensar que no hay vida después de la vida.
Pero existimos los que simplemente no sabemos cómo hacerle… los que necesitamos esa luz para guiar nuestros pasos y ese aliento para convertir el oxigeno en prana, la energía cósmica que viene del universo y nos conecta con todos sus elementos.
A veces envidio a los que siguen pensando que no hay vida después de la vida… a los que incluso creen que estar en la banda del aeropuerto se puede llamar estar vivo, envidio su paz, su tranquilidad, su cotidiano contento. Y, sin embargo, prefiero la orilla del acantilado, el viento en la cara cuando has dado el brinco, prefiero la luz de un sol que deslumbra a la de un foco… aunque el foco esté rodeado de un hermoso candil de Baccarat…
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