THIS TOO SHALL PASS
- TAMARA TROTTNER
- 29 may 2012
- 3 Min. de lectura
This too shall pass decía el anillo del Rey Salomón… al menos eso cuentan las leyendas. Un anillo con la capacidad de hacer que cualquier hombre triste se ponga feliz. Todo, absolutamente todo, pasa.
Ese dolor agudo que comienza en la boca del estómago y termina en las lagrimas…
Las nauseas que produce la sensación de vértigo, del vértigo malo, el de la incertidumbre.
La parálisis, esa que provoca el miedo a un estúpido futuro que ni siquiera existe, que nunca va a existir y que nos aterra tanto por su posible presencia como por su potencial ausencia.
Pasa el cansancio que drena las ganas hasta de inhalar. Respira, te dicen, y no puedes porque todo el aire está teñido de una capa viscosa y pesada de duda.
El desaliento del alma cuando entiende que ya no tiene fuerzas para pelear y que tiene que seguir luchando o se muere. Eso también pasa.
Perfecto… es simplemente cuestión de tiempo y el tiempo llega seguro, como alcanza el sol a un horizonte que lo espera con certeza, cada atardecer, sin prisa, porque sabe que es infalible su llegada y por eso no tiene miedo.
This too shall pass, decía el anillo. Un anillo capaz de hacer que cualquier hombre feliz entristezca.
Pasan las carcajadas que empiezan en la garganta y, curiosamente, terminan también en lagrimas.
Pasa un día mágico en el cual quisiéramos quedar como quedaron los cuerpos carbonizados de las víctimas del Vesubio, así, a medio movimiento, a medio suspiro, a medio escalofrío.
Una mirada compartida, que empieza siendo atisbo y se convierte en esencia. Y penetra los ojos y se posa en el vientre… y queremos que permanezca la sensación. Pero pasa.
Los segundos que le robamos a los minutos y por eso saben a eternidad y a promesa.
Pasan también las promesas y los parasiempres y los absolutos.
Esto también va a pasar. Lo único que tenemos es la contundencia del momento que estamos viviendo ahora. Sabemos que aquello que tanto duele sólo permanecerá como recuerdo, como cicatriz o, de preferencia, como lección. Sabemos que aquello que tanto nos alegra sólo permanecerá como recuerdo, como sonrisa… y sí, también como lección.
Lo sabemos, todo esto que les estoy diciendo lo hemos escuchado cientos de veces, lo leemos, nos llega en correos de esos horribles con música cursi y fotografías de gatitos. Nos llega en frases inteligentes de personas que se dedican a pensar y a decir frases inteligentes. Lo sabemos porque nos lo dicen los amigos cuando nos recostamos en su hombro y nosotros se los decimos cuando ellos se recuestan en el nuestro.
Lo sabemos porque llevamos una vida, de pocos o muchos años, experimentándolo. Y, sin embargo, seguimos anhelando un futuro grabado en piedra que nos diga que las cosas van a ser como nosotros queremos que sean. Tratamos de esquivar lo doloroso, evitarlo aunque nos estrellemos en una pared de realidad infranqueable. Y, después, nos aferramos a las alegrías y queremos custodiarlas tanto que terminamos por sofocarlas.
Es bueno que lo doloroso pase. No queremos vivir en dolor.
Es bueno, también, que pase lo que nos hace felices, porque sólo así somos capaces de disfrutarlo cuando se presenta, de disolverlo despacito en la boca y saborearlo, mirarlo directamente a la cara, besarlo y abrazarlo y sonreírlo y realmente hacerlo nuestro…
Hasta que eso también pase.
Comments