CARPE DIEM...
- Tamara Trottner
- 9 abr 2012
- 2 Min. de lectura
Aprovecha el momento…
Agarra el momento. Muerde, besa, acaricia el momento, el único momento que tienes. Éste, el que ahora te mira de frente y te dice: ¿Entonces qué?
Qué vas a hacer con este instante que puede ser el último, o el primero, o tan solo uno más. No lo sabemos, lo único que sí es seguro es que estamos parados en la orilla del precipicio y que algún día vamos a caer. Y, la verdad, no importa… lo que sí importa es qué vamos a pensar durante los segundos que dure la caída.
Me imagino descendiendo, como en cámara lenta… es inminente. Todo se acabó, lo que fui ya fue. Queda tan sólo lo que dejo en otros, lo que logré contagiar, lo poco, poquitito, que pude, quizás, enseñar. Lo que di con amor. Lo que decidí compartir. Quedarán las Jacarandas porque sé que algunos ( los míos) al verlas pensarán en mí. Y quedan mis hijos, que hice pedacito a pedacito con cuentos, con risas, con lágrimas, con tanta tanta ilusión… Permanecen las palabras que dejo escritas con tinta. O con mi piel.
Pobrecitos los que tienen que deshacerse de las cosas inútiles, las que estoy segura no recordaré al final. Tantos zapatos, tanta ropa, tantos adornos. Los libros que he leído, al menos los subrayados, quizás permanezcan y no les pesen. Lo demás espero que lo tiren sin remordimiento, sin pesar… nada de eso soy yo. Nunca lo fui.
Me imagino cayendo, tengo tan sólo unos segundos para pensar qué hizo que el trayecto valiera la pena, qué fue lo que realmente me hizo estar viva. Y es muy poco, muy simple, muy bello.
Es fácil. Lo complicado, lo absurdo, lo que pesa no será algo que recordaremos durante la caída. Lo que nos hace llorar sí… pero sólo cuando el llanto es compartido en un abrazo o en el instante sublime de un orgasmo.
Nunca pensaremos en los chismes, en los juicios, no creo que en los pocos segundos que tenemos hacia la nada nos imaginemos a quienes nos lastimaron o a aquellos que decidieron poner piedras en el camino. Vendrán a nuestra mente sólo las miradas profundas y cómplices, las calles de manos entrelazadas, las risas, los guiños, pensaremos, tal vez, en la tristeza de quienes tanto amamos y querremos decirles: Está bien, estoy cayendo y la caída es tan hermosa como fue cada momento de la jornada.
¿Existe el más allá?… quién sabe. La reencarnación, la luz o la nada. He escuchado y participado en cientos de discusiones y las personas pelean el punto como si ya hubieran estado ahí.
Yo no sé, no he estado y quisiera demorar lo más posible el momento. La verdad no se me antoja nada morirme… no tengo tiempo, estoy a la mitad del principio del momento… de éste momento que quiero aprovechar, agarrar, morder y besar.
Carpe Diem…
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