top of page

...SEGUNDOS

  • TAMARA TROTTNER
  • 8 abr 2012
  • 2 Min. de lectura

Estoy al borde de una montaña, frente a una pista de esquiar empinada, un poco hielosa. Negra dicen los anuncios. Miro la bajada con emoción y anticipación. La he esquiado muchísimas veces y es de mis favoritas. Me acomodo los lentes, el casco…

Dentro de unos segundos me voy a caer. Fuertísimo. Voy a rodar muchos metros. Los esquís van a volar, los lentes se van a romper. El casco me va a proteger de un golpe en la cabeza. Se me va a torcer el cuello.

Dentro de unos segundos voy a sentir la cercanía de la muerte o al menos la inminente posibilidad de quedar paralítica.

Después, en el hospital, voy a agradecer que sólo se me rompió un ligamento.

Con los ojos cerrados voy a repetir una y otra vez el momento. ¿A donde estuvo el error? ¿qué hice mal? ¿que pude haber hecho diferente?

¿Qué podemos hacer diferente cuando de pronto nos vemos rodando por la vida sin freno, sin saber como vamos a terminar al final de los tumbos, qué tan fuerte será el trancazo?

Quizás la única opción sería no llegar jamás al borde de la montaña. Permanecer abajo, caminando despacito por las calles seguras y conocidas. No cruzar al otro lado por miedo a ser atropellados, no bajar de la banqueta. Aun mejor, quedarnos en la casa. En la cama. Si nos quedamos metidos en la cama nunca vamos a rodar cuesta abajo por el hielo de la incertidumbre. Nunca nos vamos a matar. Y tampoco vamos a vivir.

Si decidimos conformarnos con lo planito nunca vamos romper los lentes, a dejar desparramados los esquís, a rompernos los ligamentos. Y nunca vamos a quedarnos sin aliento, a sentir que explota el corazón, nunca vamos a ver unas pupilas dilatadas. Nunca vamos a llorar de risa. Ni de ausencia.

Si decidimos no llegar al borde de la montaña nunca vamos a ver el precipicio, ni a sentir el miedo de lo incierto. No vamos a tener la duda del quizás. No vamos a sentir la adrenalina de aquello que de pronto está fuera de nuestro control y puede ser muy muy doloroso. Pero tampoco vamos a ver el paisaje que explota frente a una mirada. No vamos a respirar profundamente el aire de la anticipación. Nunca sabremos las posibilidades de aventarnos, desbocados, por un camino desconocido.

Estoy al pie de la montaña. Dentro de unos segundos me voy a caer…

Y me aviento. Porque simplemente no sé vivir en lo planito.


 
 
 

Comments


Recent Posts
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic

¡SÍGUEME! 

  • Facebook Classic
  • Icono de la aplicación Instagram
  • Twitter Classic
  • Pinterest App Icon

TAMARA TROTTNER Creado coh Wix.com

bottom of page