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ME SIGO PREGUNTANDO

  • TAMARA TROTTNER
  • 11 mar 2012
  • 2 Min. de lectura

Me sigo preguntando...

Quedamos que la felicidad, quizás es acumulable. Al menos quedamos que quisiéramos que lo fuera y po0der usarla cuando más la necesitemos.

Entonces voy un paso atrás… ¿cuándo somos felices? ¿Qué nos hace felices? ¿puede algo hacernos felices? ¿alguien?

No debería ser asi, tendríamos que ser felices porque lo somos, y después compartir nuestra felicidad con la de otros, juntarla y hacer una felicidad más grande, más voluptuosa…

Sí decido que alguien me hace feliz, entonces ese mismo alguien me puede hacer infeliz. En las manos de alguien está mi capacidad de ver una montaña o un parque o las nubes y sentir que floto. Definitivamente no debería ser así. Es. Mucha veces es. Pero tendríamos que intentar que no lo fuera.

Camino por una banqueta. Me rodean estas jacarandas que han decidido que llegó el momento de explotar violetas, sólo un rato, (a veces pienso que sólo para mi) . El sol se cuela entre las ramas. Alguien me saluda, alguien me echa un piropo de esos que nos ofenden a los veinte y agradecemos tanto a los cincuenta. Soy feliz.

Cuando la jacaranda deje de florear quizás extrañe el abrazo violeta. Pero sé que el año que entra ahí estarán. Y me consuela saber que el tiempo tiene fecha de caducidad. A veces.

Que las ausencias dolorosas generalmente se vuelven encuentros. Que la luna se llena y desaparece y se vuelve a llenar.

Los que se fueron también regresan porque aprendemos a pensarlos. Porque repetimos sus frases y compartimos los que fueron nuestros momentos con ellos, para hacerlos de otros.

A veces nos duelen las personas, aquella mujer que camina sucia y triste por alguna banqueta de la ciudad. Nos duele pero nuestra felicidad permanece intacta.

Estar con mis amigos del alma, con las que son mis hermanas, con mis amores de siempre, con los que son parasiempre…

Caminar sin rumbo. Un café en la mañana. Que me salga una pose de yoga que algún día creí imposible. Un risotto bien hecho y chocolates derretidos.

Las carcajadas. Las que nos hacen llorar…

Llorar. Llorar porque extraño o porque una niña está triste. Llorar porque llora alguien que amamos. Llorar de felicidad, de incredulidad ante momentos tan luminosos que se vuelven absolutos instantes que duran para siempre.

me llena de felicidad. ¿Sin ellos estoy triste?


 
 
 

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