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¿CASTIGO DIVINO?

Dios se enojó y decidió hacer que cada hombre hablara un diferente idioma. (Me parece absolutamente ridículo decir que Dios se enoja, pero ese es otro tema). La cuestión es que los seres humanos hablamos diferentes lenguas y eso complica la comunicación. Si tratamos de construir una enorme torre y no tenemos Google translator, probablemente no lo logremos.

Sí podría parecer como un recio castigo por parte de la Divinidad. Pero estamos hablando de los seres humanos, no de cualquier especie animal y los hombres somos, por mucho, los seres más complicados de la naturaleza. No nos quedamos tranquilitos acatando el castigo… ¡Por supuesto que Nooooo! Nosotros somos más rigurosos que el mismísimo Dios, así que seguimos añadiendo una y otra complicación.

Llegas a Francia con tu pistola de pelo que no puedes conectar porque los franceses decidieron hacer redonditos los enchufes que en América son cuadrados. Ahhhh, pero eso tampoco es suficiente. Llegas a Inglaterra y los enchufes son ridículos, tienen tres patitas, unas cuadradas, otras redondas… (Está bien, ya entendí que necesito un adaptador para mi pistola de pelo). Pero eso no es ni siquiera el comienzo, los queridos ingleses decidieron que hay que manejar por el lado contrario … entonces sí, al primer descuido, te dejan planchado en la calle por andar volteando al lado equivocado y a los conductores ingleses, especialmente a los que manejan los autobuses de dos pisos, parece encantarles atropellar turistas despistados. Si logras escapar de las calles, de seguro te metes un golpazo en las escaleras eléctricas, porque las que en todos lados suben, aquí bajan.

No nos es suficiente con que los enchufes sean diferentes, el voltaje queme cuanto aparato decidas transportar y te atropellen en las calles…¡NO! También son diferentes las medidas, los pesos y, aunque un continente completo decide tratar de facilitar las cosas, al menos en cuanto a divisas se refiere… ¡ah no, yo no juego!, dicen unos y entonces en Inglaterra y Suiza sigues teniendo que hacer conversiones ridículas, sin lograr bien a bien entender cuanto estas pagando por el estúpido sándwich cuantimenos por esos jeans que después te enteras te costaron una barbaridad y para acabarla de amolar estaban fabricados en México.

Está bien, supongamos que las distintas costumbres, comidas, idiomas y tradiciones son una parte muy divertida de los viajes. Pero los seres humanos no nos hemos conformado con hacer que todo sea diferente en cada país, nos inventamos como complicar la vida cotidiana.

Creamos aparatos que facilitan hacernos bolas, pero de las grandes, las enormes. Bolas que se convierten en avalanchas y nos apachurran. Creamos la Blackberry, para poder hablar con quien sea, desde cualquier lugar, pero no con quién tenemos enfrente. Y, para acabarla de amolar, logramos complicar la comunicación incluso con el que estamos “chateando”, porque al no tener tono de voz ni expresiones faciales, podemos pensar que el otro esta furioso cuando en realidad sólo está cansado, o que ya no nos quiere, cuando lo que pasa es que está ocupado… unas cuantas letras no logran transmitir un estado de ánimo, un sentimiento profundo, a veces ni siquiera una simple indicación.

Ya no es suficiente que hablemos diferentes idiomas, porque ahora está el lenguaje cibernético lleno de caritas felices, letras que quieren decir cosas ( LOL, TQ, Q, OMG, WTF, ROFL ) y si no las conocemos tampoco podemos comprender una gran parte de las conversaciones.

Dios nos da diferentes palabras y nosotros le agregamos al escarmiento diferentes enchufes, medidas, pesos… y claro, para tener más razones para pelearnos también metemos equipos de fut-bol, partidos políticos, vertientes filosóficas…

Ojalá ahí quedaran las diferencias. Pero NO. Los seres humanos decidimos que el castigo divino es un juego de niños y a la ecuación le metemos diferentes ¡RELIGIONES!

Todos los que creemos, creemos en el mismo Dios PERO decidimos que esto es demasiado civilizado, entonces agregamos al Viejo Testamento uno Nuevo… o, ¿por qué no? escribimos otro libro, que dice básicamente lo mismo, con sólo algunos cambios que lo hacen único y, así de pasadita, permiten odiar a quién no lo siga. Decidimos que el día importante es el sábado, no mejor el domingo. Que no se puede comer pan, ¡ah! yo pan sí como, pero carne, eso sí está prohibido. No podemos comer puerco, mejor no comemos vaca, el Mesías ya llegó, no, pero ya casi viene, el profeta es uno, sí, pero es el mío…. Dios es el mismo, pero está más cerca en una iglesia, en un templo, en la sinagoga… Dios es el mismo, pero si no crees en todo aquello que algunos han decidido es LA VERDAD, entonces tú y yo no podemos seguir hablando. Mejor nos matamos.

Incluso de una misma religión surgen otras, decenas de dogmas por los que vale la pena matarse y morir. Además, en el mismo culto, se pelean los ortodoxos y los reformistas, los liberales, los conservadores… y, cada vez, nos entendemos menos. Y, yo de plano no creo en Dios… pero te critico porque tú tienes la desfachatez de sí creer…

Los seres humanos hemos hecho un arte de la incomunicación, y cada día le encontramos nuevas vertientes.

Si Dios creyó que con cambiarnos el idioma nos estaba dando un escarmiento, menuda lección le hemos dado nosotros: Como estar absolutamente aislados, aunque hablemos el mismo idioma.


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